Meneando el carboncillo

martes, marzo 30, 2004 |

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... sin descanso pal cigarrillo.

Como ya sabréis, ayer empecé clases de dibujo con mi profesor japonés. Se llama Shin Maruyama, me llega por el hombro, es un hombre sonriente, y no se sabe explicar en castellano.
Para empezar, cuando llegué, había una japonesa de mediana edad, hablando con otros dos alumnos de mediana edad. Yo me puse a escuchar la conversación. El estereotipo saltó sobre mi por sorpresa y me quedé flipando literalmente. La japonesa [[que debe ser la mujer de mi profesor]] les estaba comentando a los otros dos, que se iba de vacaciones de Semana Santa a Sevilla, a aprender a bailar sevillanas. ¿Acaso hay algo más cliché que un/a japonés/a que está loco/a por las sevillanas?
En fin. Al poco, una señora mayor, japonesa también, pasó por delante de mi [[ésta creo que me daba ya por la cintura. debía ser la madre de alguno de los dos]] y me preguntó riendo, pero casi sin palabras que si entendía el japonés. ¿Yo? Ni papa, señora. Surrealista. Simplemente surrealista.
Total, que me planta un caballete delante de las narices, saco mi papel de a euro el pliego [[tócate los huevos con el puto papel Ingres. No voy a llegar a fin de mes por culpa del puto papel]] y mi carboncillo, y a duras penas me explica cómo hay que hacer medidas aproximativas, una caja para centrar el conjunto [[a todo esto, el conjunto constaba de un cono, una esfera y dos cilindros...]] y bla, bla, bla. Creo que me tiré más de media hora mirando pa los putos cilindros, completamente inmóvil, sin saber qué hacer. Al cabo de un rato rompí mi parálisis y comencé a moverme, y cuando me quise dar cuenta, se nos había pasado a todos la hora, pues eran las nueve y media de la noche, a mi se me había terminado el carboncillo y tenía las manos mas negras que a boca do inferno. Total, que los primeros momentos fueron un poco frustrantes, pero luego ya me fui tranquilizando y la cosa fue mejor. El miércoles ya empiezo con la tetera. O eso me dijo el maestro. Me dan ganas de hablarle en plan: 'Oh, venerable maestro mío, guíame. Derrama tu sabiduría sobre mis humildes ansias de aprendizaje. Y así el arte florecerá en mis manos, del mismo modo que el loto florece en los atardeceres de un jardín de Japón'. *partidura de culo*
Es que de verdad, me dan ganas de hablarle así. En fin. Me tengo que contener. Está superado.
Esta noche, cambiando de tema, tenemos torneo de trivial en la residencia. Aida y yo contra dos novatas de ciencias. Va a ser interesante.
Me despido con los codos.
María
pd. por cierto, agradezco todas las aclaraciones que los interesados tengan a bien realizar con el objeto de esclarecer lo de la visita a la ínclita ciudad de la juerga y la tostada contínua.

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